Sabemos de arqueólogos que se inventan hallazgos (el hombre de Pilt Down) o científicos que simulan descubrimientos (la memoría del agua), también hay estudiosos de la literatura que fingen encontrar documentos antiquísimos y hasta entonces desconocidos para adquirir fama y prestigio con ellos. Uno de los más conocidos por ser de los primeros y, sobre todo, por su enorme repercusión e influencia en el posterior devenir de la Literatura ha sido el caso de James Macpherson y las composiciones del bardo Ossian.
Macpherson (Ruthven, 1736-1796) era un escocés que había tratado de adquirir fama literaria publicando diferentes escritos pero nunca había conseguido salir de un oscuro anonimato. Hasta que, en 1760, publicó unos Fragmentos de antigua poesía recogida en las Tierras Altas de Escocia que, según él, procedían de unos manuscritos en Gaélico que había hallado y traducido.
En vista de que, con este ardid, tuvo éxito, al año siguiente reapareció con un poema épico sobre el rey Fingal escrito por un bardo céltico del Medievo llamado Ossian, del cual, dos años después, publicó otro texto titulado Temora. Finalmente, en 1765, aparecieron todas estas obras recopiladas en Los trabajos de Ossian.
Aunque el éxito fue enorme, algunos medievalistas, a la luz de ciertos rasgos lingüísticos e históricos, dudaron de que los poemas perteneciesen verdaderamente a un bardo del siglo III. Así, acusaron a Macpherson de falsificador y de tratar de engañar al mundo literario.
Éste, que nunca mostró los manuscritos originales, se defendió, como no podía hacer menos, por otra parte, y la cuestión se complicó con derivaciones políticas, extendiéndose la polémica hasta principios del siglo XIX.
Lago Ossian, Escocia |
Hoy día, se cree que Macpherson recogió, en efecto, fragmentos de un bardo céltico, pero que los completó y adaptó a su antojo al gusto de su tiempo para obtener un éxito que, con sus propias obras, no lograba alcanzar.
Lo curioso del caso es que -independientemente de su autenticidad o no- el escocés consiguió su objetivo: sus composiciones fueron un rotundo triunfo y su influencia en la literatura posterior enorme. Ossian fue considerado por los románticos una especie de Homero del Medievo y sus poemas –por cierto, no exentos de mérito y calidad artística- marcaron una pauta en lo que a visión melancólica del paisaje e importancia de lo medieval se refiere. Grandes escritores como Walter Scott o Goethe manifestaron públicamente su admiración por el bardo celta e incluso su influjo alcanzó a la música de Schubert.
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