PIQUIPONIANAS


Joan Pich i Pon (1878-1937) fue un político catalán ciertamente notorio en el primer tercio de este siglo. Personaje de orígenes humildes y nula cultura, ascendió sin embargo socialmente gracias a la fortuna que amasó como propietario de una empresa de electricidad.

En 1935 llegó a presidente de la Generalitat, cargo que simultaneó unos días nada menos que con el de alcalde y gobernador de Barcelona.

Ésta situación no duró mucho dada u implicación en el asunto del estraperlo motivó su dimisión y caída política en 1935. En 1936 se exilió nada más empezar la guerra civil, falleciendo poco después en París.

La peculiaridad de este hombrecillo es que tenía la mala costumbre de confundir expresiones cuando intentaba aparentar cierta cultura. Las mencionadas expresiones, debido al gracioso apellido de este político catalán, recibieron el nombre de piquiponianas.
Algunas piquiponianas llegaron a ser épicas y sorprendentes. Aquí va una pequeña dosis de éstas pequeñas y monumentales perlas, para que sepan por dónde van los tiros:
·         —Es que ahora hago una vida sedimentaria. (sedentaria)
·         —¿Verdad que parezco un radiador romano?, dijo una vez, blandiendo una espada. (gladiador)
·         —En la Rambla de Catalunya han abierto un restaurante con luz genital. En el mismo establecimiento hay unos urinarios individuales para una persona. 
·         En un mitin: Ahora hará uso de la palabra el joven Pepe Ulled, que no tiene más aspiración que morir de un tiro en la cabeza defendiendo una barricada.
Los testigos cuentan que, subiendo al estrado, Ulled mascullaba: "¡Animal!".
·         Al iniciar las primeras sesiones como alcalde de Barcelona, en un pleno exclamó solemnemente: Bueno, empecemos con la A: Acienda.
·         "Esta casa me ha costado un huevo... quiero decir (rectificó, al percatarse de las caras que ponían las señoras presentes) ¡de la cara!''
·         Otras muestras. Sintiéndose sentimental ante una banda de música, dijo una vez: "Cuando oigo la Marsellesa, se me erizan los pelos del corazón!"
·         Negociante a fin de cuentas, su comentario desde la cumbre del Tibidabo ante la ciudad extendida a sus pies fue: "¡Cuánta propiedad urbana!" Actuando como alcalde, tuvo que llamar la atención a un conce­jal diciéndole: "Señor X, haga el favor de poner los pies sobre las íes". No sé si sería este mismo quien le acompañó a un acto del que dijo: "Yo y otro regidor asistimos de cuerpo presente".
·         El antiguo negocio no dejaba de inspirarle frases afor­tunadas, como cuando en un discurso a los barceloninos, como él decía, se refirió a la reverberación del local: "Este local tiene malas condiciones acuáticas" o cuando suge­ría: "Hay que ponerle luz genital". En tiempos de la Gran Guerra reafirmó su independencia diciendo: "Aquí no hay bifias ni bofias (filias ni fobias), aquí todos somos herma­froditas (neutrales)".
·         Dos muestras más. En su calidad de presidente de la Comisión de Parques y Jardines, fue al Parque de la Ciudade­la y pidió: "Aquí que no falte de nada. Debe haber toda clase de bestias, y que estén emparejadas". Y cuando el res­ponsable sugirió añadir también una góndola, sentenció: "Sí, pero no una, sino dos: un macho y una hembra. ¡Que críen, que críen!''
·         “Para mí, el tirano más famoso fue el Tirano de Bergerac”.
·         Refiriéndose a un lapsus sufrido por el  político Bosch Labrús en un discurso: “Fue un simplelapislázuli
·         Era laico y en un entierro civil auguró: “Llegará un día en que los entierros se harán sin curas y sin difunto”.


NO SEAS COMO PICH I PON, LEE Y PIENSA, QUE TIEMPO TENDRÁS PARA NO HACERLO


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