LA CIUDAD DE LOS LIBROS SOÑADORES, CONSEJOS DE LOS LIBRILLOS TERRIBLES A LOS JÓVENES ESCRITORES


¡Nunca escribas una novela desde el punto de vista de un picaporte!
Los extranjerismos se llaman así porque son extranjeros a la mayoría de los lectores.
Mete sólo en una frase las palabras que quepan.
Si un punto es un muro, dos puntos son una puerta.
El adjetivo es el enemigo natural del sustantivo.
Si escribes borracho, vuelve a leer sobrio el texto, de cabo a rabo, antes de darlo a la imprenta.
Escribe sólo con mercurio, eso garantiza la fluidez del relato.
Las notas al pie son como los libros del estante más bajo. A nadie les gusta mirarlas, porque tienen que inclinarse.
En una sola frase no deben aparecer más de un millón de hormigas, a no ser que se trate de una obra científica sobre las hormigas.
Respira profundamente cada tres frases.
Los sonetos se escriben mejor en papel de barba; las novelas, en cambio, en papel de pergamino.
Las historias de terror se escriben mejor con una toallita empapada en la nuca.
Si una de tus frases te recuerda la trompa de un elefante que trata de recoger del suelo un cacahuete, piénsala mejor.
Robar a un escritor es un robo, robar a muchos es una investigación.
Los libros gordos son gordos porque su autor no tuvo tiempo de expresarse concisamente.
Leer es un método inteligente de no tener que pensar
La luz al final del túnel no es con frecuencia más que una medusa luminosa agonizante.
Escribir es el intento desesperado de extraer de la soledad algo de dignidad... ¡y algo de dinero!

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