JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, ANTOLOGÍA

¡QUÉ CARO!
¡Qué caro me has costado, placer! ¡Ah, quién pudiera
no comprarte! ¿Por qué te vistes de oro, cieno?
¡Tú, que un instante esparces olor de primavera
y después, para siempre, tristeza de veneno!

¡Gran señor debes ser, sin duda, ya que tanto
puedes sobre las almas que mueren por servirte;
príncipe que mantienes, entre mares de espanto,
verde y en flor de sol, la traidora sirte!

¡Me engañas, y te creo; me hieres, y te adoro1
Y cuando se marchitan los agrios oropeles,
mientras, como un jacinto de seda rota, lloro,
te vas, entre una burla de alegres cascabeles!
                                     Poemas mágicos y dolientes

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