PRESAGIOS

En el libro "Diario del año de la peste" Daniel Defoe cuenta como vivió la epidemia de peste bubónica que asoló Londres en 1665.
Defoe nos cuenta como al principio, antes de que la enfermedad desarrollara toda su virulencia, dudó entre huir de la ciudad y arriesgarse a perder lo que tenía o permanecer en ella y arriesgarse a morir. Finalmente, los acontecimientos suceden de tal modo que tiene que quedarse en la ciudad.
Nos habla de horrores que nos recuerdan a los que relata Boccaccio en la introducción del Decamerón y que nos recuerdan que la condición humana es capaz de lo peor cuando el miedo gobierna la razón.
Una de las situaciones que más llama la atención es la existencia de casas clausuradas.
Cuando en una casa se declaraba algún caso de peste todos sus habitantes eran obligados a permanecer en ella hasta que desaparecieran todos los síntomas de la enfermedad. Sanos y enfermos eran obligados a cohabitar, encerrados y con un guardia en la puerta al que podían avisar para que el carro del sepulturero recogiera los cadáveres de aquellos que iban muriendo. Las estratagemas que los sanos (o los que creían estarlo ) inventaban para escapar son innumerables.
Lo que también llama la atención es la multitud de personas que acudían a hechiceros y astrólogos para librarse de la peste y también los presagios (por supuesto a posteriori) que anunciaron tanto la epidemia como el incendio:

La peste representada como uno de los jinetes del Apocalipsis
"En primer lugar, pocos meses antes ela peste, apareció en elcielo unaestrllaflameante o cometa,como ocurrió dos años despues, poco antes del incendio. Las comadres y las personas hipocondríacas flemáticas del sexo opuesto, a las que también casi podría llamar comadres, hicieron notar (sobre todo más adelante, cuando ya hubieron pasado ambas calamidades) que aquellos dos cometas habían pasdo exactamanet por encima de la ciudad y que habían pasado tan cerca de las casas que era evidente que aquello tenía una significación precisa que solo atañía a la ciudad; que el cometa que apareció antes de la epidemia era de un color desvaído, pálido y de brillo apagado, y sus movimientos pesados, solemnes y lentos; pero que el cometa que apareció antes del incendio era de una luminosidad cegadora, o, según otros, llameante, y sus movimientos rápidos e impetuosos; y según esto, el uno anunciaba una calamidad lenta pero severa, terrible y pavorosa, como era la peste; pero el otro anunciaba un azote fulminante, inesperado, ardiente como un gran incendio.
[...] Yo vi estas dos estrellas y debo confesar que no fui totalmetne ajeno a esas ideas comúnmente admitidas acercadeestos fenómenos, y que estuve tentado de considerarlos como nuncios o avisos de castigo divino; y sobre todo cuando, después de la peste que había seguido a la primera, vi otra estrella de la misma especie, noo pude por menos de pensar que Dios aún no había castigado suficientemente la ciudad.
Pero al mismo tiempo, no podía otorgar a estos hechos la importancia que algunos le otorgaban, pues sabía que los astrónomos atribuyen causas naturales a tales cosas, y que sus movimientos e incluso sus giros están previstos, o se cree que están previstos, de modo que en rigor no pueden llamarse anuncios o avisos, y mucho menos causas, de hechos como la peste, la guerra, el incendio y demás calamidades"
Como podemos observar en este fragmento la superstición y el conocimiento científico se mezclan, los cometas son interpretados como anuncios de catástrofes aunque se conoce ya desde antiguo el momento en el que van a cruzar el cielo. Los habitantes de Londres sufrieron una peste, después un incendio. Habían visto también dos cometas y todo se reunió para formar una historia, al fin y al cabo, narrar es primordial para el ser humano, dar sentido a los acontecimientos, aunque sea un sentido que nos conduzca a la desesperación, es una salida que nos hace sentir menos sujetos al azar, un poco más dueños del destino que nos aguada.


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