LOS NARRADORES DEL DECAMERÓN

En plena epidemia de peste en Florencia, en 1348, siete chicas se encuentran en la Iglesia de Santa María de Novella. La mayor, Pampínea, tiene veintiocho años, la más joven, Neifile, dieciocho.

                                                          Santa María Novella

Alrededor de estas mujeres la muerte se hace presente a cada paso y los que quedan vivos y sanos intentan como pueden salvarse del contagio, unos huyendo de la ciudad, otros luchando como bestias para apartar a los enfermos de su lado.

Las jóvenes se plantean cómo salvaguardar la propia vida, pues, como dice Pampínea: “¿qué hacemos nosotras aquí? ¿A qué esperamos? ¿Con qué soñamos? ¿Por qué somos más lentas y perezosas para salvarnos que el resto de los ciudadanos? ¿Nos consideramos menos valiosas que todas las demás? ¿O creemos que nuestra vida está atada a nuestro cuerpo con cadenas más fuertes que las de las demás, y que por lo tanto no debemos ocuparnos de nada que tenga el poder de perjudicarla?”. Todas se muestran de acuerdo con este razonamiento y deciden abandonar Florencia para refugiarse “en nuestras posesiones del campo, que todas poseemos en abundancia, y allí disfrutásemos de la fiesta, la alegría y el placer que pudiésemos, sin traspasar en alto alguno el tope de la razón”.

Queda un último inconveniente, que escuchamos de labios de Filomena, la más prudente del grupo: “Os recuerdo que nosotras somos todas mujeres, y no hay ninguna tan niña que no sepa bien que las mujeres no saben organizarse entre ellas sin la colaboración de hombre alguno. Nosotras somos volubles, alborotadoras, suspicaces, pusilánimes y miedosas; por lo que mucho me temo que si no tomamos más guía que la nuestra, que esta compañía se disuelva mucho antes y con menos honor para nosotras de lo que se requeriría”

El problema ahora es: ¿A qué hombres recurrir para que las acompañen en su retiro? La mayoría de sus familiares y conocidos han caído víctimas de la epidemia ¿Qué hacer? Afortunadamente, en ese momento entran tres jóvenes que no solo tienen lazos familiares con algunas de ellas, sino que también están enamorados de tres de las jóvenes del grupo. Todo resuelto, ya tenemos el grupo completo, al día siguiente empezarán la marcha.

Una vez llegados a la primera finca campestre en que se alojarán, organizan su vida durante los próximos días: uno de ellos será coronado Rey o Reina y será quien ordene y dirija las actividades del grupo. La primera en reinar, Pampínea, propone que cuando se reúnan cada tarde se dediquen a contarse cuentos. La propuesta es aceptada y puesta en práctica de inmediato.

Visión de Fiammetta
Aunque el título del libro hace referencia a diez días, en realidad transcurren unos quince en el tiempo de esta obra, algunos días son dedicados al recogimiento y la higiene personal, oigamos a Neifile, la reina de la tercera jornada, al ser nombrada reina: “Como sabéis, mañana es viernes y el día siguiente sábado, días bastante enojosos para la mayoría de la gente por las comidas que se usan en ellos, además de que el viernes debe reverenciarse por respeto a que en él sufrió pasión Aquel que murió por nosotros; por ello consideraría muy justo y honesto que en honor a Dios nos dedicáramos mejora a las oraciones que a los cuentos. Y además el sábado es costumbre para las señoras lavarse la cabeza y quitarse el polvo y toda la suciedad que se hubiese cogido por el trabajo de toda la semana transcurrida […] por lo que, al no poder seguir tan estrictamente en ese día el orden de vida adoptado, estimo igualmente que convenga que ese día descansemos de los cuentos.”

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