de
miedo cercadas,
brilla
en la noche de azules oscuros,
la
ronda de espadas.
Duermen
los postigos
las
viejas aldabas;
y
se escuchan borrosas de canes
las
músicas bravas.
Ya
los extramuros
y
las arruinadas
callejuelas,
vibrante ha pasado
la
ronda de espadas.
Y
en los cafetines
que
el humo amortaja,
al
sentirla el tahúr de la noche,
cierra
la baraja.
Por
las avenidas
morunas,
talladas,
viene
lenta, sonora, creciente
la
ronda de espadas.
Tras
las celosías,
esperan
las damas,
paladines
que traigan de amores
las
puntas de llamas.
Bajo
los balcones
do
están encantadas,
se
detiene con súbito ruido
la
ronda de espadas
Tristísima
noche
de
nubes extrañas:
jay,
de acero las hojas lucientes
se
toman guadañas!
¡Tristísima
noche
de
las encantadas!
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