Baudelaire, por Courbet |
PAISAJE
Deseo, para escribir
castamente mis églogas,
Dormir cerca del cielo, cual suelen los astrólogos,
Y escuchar entre sueños, vecino a las campanas,
Sus cánticos solemnes que propalan los vientos.
El mentón en las manos, tranquilo en mi buhardilla,
Observaré el taller que parlotea y canta;
Las chimeneas, las torres, esos urbanos mástiles,
Y los cielos que invitan a soñar con lo eterno.
Es dulce ver surgir a través de las brumas
La estrella en el azul, la luz en la ventana,
Alzarse al firmamento los ríos del carbón
Y derramar la luna sus desvaído hechizo.
Veré las primaveras, los estíos, los otoños,
Y al llegar el invierno de monótonas nieves,
Cerraré a cal y canto postigos y mamparas,
Para alzar en la noche mis feéricos palacios.
Y entonces soñaré con zarcos horizontes,
Jardines, surtidores quejándose en el mármol,
Con besos y con pájaros que cantan noche y día,
Lo que el Idilio alberga de puro y de infantil.
El Motín, golpeando sin éxito en los vidrios,
No hará que del pupitre se levante mi frente,
Pues estaré gozando la voluptuosidad,
De que la Primavera a mi capricho irrumpa,
De hacer que se alce un sol en mi pecho, y crear
Una atmósfera tierna de mis ideas quemantes.
Dormir cerca del cielo, cual suelen los astrólogos,
Y escuchar entre sueños, vecino a las campanas,
Sus cánticos solemnes que propalan los vientos.
El mentón en las manos, tranquilo en mi buhardilla,
Observaré el taller que parlotea y canta;
Las chimeneas, las torres, esos urbanos mástiles,
Y los cielos que invitan a soñar con lo eterno.
Es dulce ver surgir a través de las brumas
La estrella en el azul, la luz en la ventana,
Alzarse al firmamento los ríos del carbón
Y derramar la luna sus desvaído hechizo.
Veré las primaveras, los estíos, los otoños,
Y al llegar el invierno de monótonas nieves,
Cerraré a cal y canto postigos y mamparas,
Para alzar en la noche mis feéricos palacios.
Y entonces soñaré con zarcos horizontes,
Jardines, surtidores quejándose en el mármol,
Con besos y con pájaros que cantan noche y día,
Lo que el Idilio alberga de puro y de infantil.
El Motín, golpeando sin éxito en los vidrios,
No hará que del pupitre se levante mi frente,
Pues estaré gozando la voluptuosidad,
De que la Primavera a mi capricho irrumpa,
De hacer que se alce un sol en mi pecho, y crear
Una atmósfera tierna de mis ideas quemantes.
Jonh Ashbery, a partir de este poema de Baudelaire:
Quiero una habitación cerca del cielo, una cueva de astrólogo
Donde poder
imaginar églogas que sean castas y graves.
Soñando, oiré el viento en los cercanos campanarios
Barriendo sus solemnes himnos. Espiaré
Fábricas desde las ventanas de mi ático, apoyando mi barbilla
Sobre ambas manos, bebiendo en las canciones, el estruendo.
Veré chimeneas y campanarios, esos mástiles de la ciudad,
Y el inmenso firmamento que nos hace soñar con lo eterno.
Qué dulce es observar el nacimiento de la estrella en la quietud azul
Del cielo, a través de la niebla; la lámpara ardiendo otra vez
En la ventana; los ríos de carbón escalando el firmamento
Y la luna vertiendo su pálido encanto.
Verá la primavera, el verano y el otoño
Y cuando el invierno arroje su monótona capa
De nieve, dibujaré ajustadamente persianas y cortinas
Y construiré mis palacios mágicos en la noche;
Entonces soñaré con jardines, con horizontes azulados,
Con chorros de agua lagrimeando en jofainas de alabastro,
Con besos, con pájaros cantando al amanecer y al caer la noche,
Con todo lo más pueril en la pastoral.
Cuando la tormenta sacuda mis cristales
Permaneceré encorvado en mi escritorio, y en vano bramará
Pues me habré zambullido profundamente en la emoción
De conjurar la primavera con la fuerza de mi voluntad
Al sol de mi corazón engatusando, y construyendo aquí
A partir de mis ardientes pensamientos, una atmósfera tibia.
Soñando, oiré el viento en los cercanos campanarios
Barriendo sus solemnes himnos. Espiaré
Fábricas desde las ventanas de mi ático, apoyando mi barbilla
Sobre ambas manos, bebiendo en las canciones, el estruendo.
Veré chimeneas y campanarios, esos mástiles de la ciudad,
Y el inmenso firmamento que nos hace soñar con lo eterno.
Qué dulce es observar el nacimiento de la estrella en la quietud azul
Del cielo, a través de la niebla; la lámpara ardiendo otra vez
En la ventana; los ríos de carbón escalando el firmamento
Y la luna vertiendo su pálido encanto.
Verá la primavera, el verano y el otoño
Y cuando el invierno arroje su monótona capa
De nieve, dibujaré ajustadamente persianas y cortinas
Y construiré mis palacios mágicos en la noche;
Entonces soñaré con jardines, con horizontes azulados,
Con chorros de agua lagrimeando en jofainas de alabastro,
Con besos, con pájaros cantando al amanecer y al caer la noche,
Con todo lo más pueril en la pastoral.
Cuando la tormenta sacuda mis cristales
Permaneceré encorvado en mi escritorio, y en vano bramará
Pues me habré zambullido profundamente en la emoción
De conjurar la primavera con la fuerza de mi voluntad
Al sol de mi corazón engatusando, y construyendo aquí
A partir de mis ardientes pensamientos, una atmósfera tibia.
0 comentarios: