La pintura del último tercio del siglo XIX también desarrolló actitudes de inconformismo y rebeldía. Los pintores mostraron su rechazo a la sociedad burguesa y desarrollaron su estilo de vida al margen de los convencionalismos. París se convirtió en el epicentro cultural del mundo. Zonas como el Barrio Latino, Monparnasse o Montmartre se erigieron en destinos predilectos para los aspirantes o artistas.
La estética realista, representada en por el Salón de los artistas franceses, fue despreciada por esos pintores, quienes propusieron nuevas formas de expresión, como el impresionismo o las corrientes posimpresionistas, que preludiaron las vanguardias del primer tercio del siglo XX.
En torno a esta nueva concepción, que se caracterizaba por el intento de plasmar la luz, el instante, más allá de la forma; los colores planos y el rechazo de la moral burguesa, se desarrolló un verdadero mercado controlado por marchantes. Estos privatizaron la transacción artística y convirtieron a algunos de estos pintores y a sus obras en objetos codiciados, lo que acrecentó las aspiraciones de los artistas de medio mundo de adentrarse en la bohemia parisina.
Toulouse-Lautrec, fue un pintor, grabador y dibujante francés y uno de los artistas que mejor representó la vida nocturna parisiense de finales del siglo XIX. Toulouse-Lautrec nació en 1864, en el seno de una de las familias aristocráticas más importantes de Francia. Siendo adolescente se rompió las dos piernas y, a causa de una enfermedad congénita que le provocaba falta de calcio, durante el resto de su vida conservó un torso normal pero las piernas no le crecieron.
Toulouse-Lautrec frecuentó los coloristas y animados cabarets del distrito parisiense de Montmartre, como el Moulin Rouge, visitó también con asiduidad el teatro, el circo y los burdeles. Los recuerdos e impresiones que sacaba de estos lugares y de sus personajes más destacados los plasmó con gran maestría en retratos y bocetos de sorprendente fuerza y originalidad.
Su vida desordenada, su alcoholismo y un ataque de parálisis le llevaron a abandonar su estudio para refugiarse con su madre en el castillo de Malromé, propiedad de la familia, donde falleció en 1901.
Su obra es muy extensa, realizó gran número de óleos, dibujos, aguafuertes, litografías y pósters o carteles, así como también ilustraciones para varios periódicos de entonces.
A su peculiar y personal estilo incorporó elementos de otros artistas de la época, especialmente de los pintores franceses Degas y Gauguin. El arte japonés, de moda en París por aquellos años, ejerció también su influencia en Toulouse-Lautrec, con sus contornos fuertemente marcados, su composición asimétrica y la utilización de manchas de colores planos. Su obra inspiró a Vincent van Gogh, Georges Seurat, Georges Rouault y a todos aquellos artistas interesados en el trabajo de litografías y carteles.
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