Apagón y Cese de Alerta forman una dilogía en la que Connie Willis recrea el Blitz de Londres. Ambas novelas han recibido premios como obras de ciencia ficción, y es cierto que Connie Willis introduce como protagonistas a historiadores que viajan en el tiempo desde 2060 hasta la Inglaterra de 1940. De esta autora yo había leído Por no mencionar al perro, que me encantó, y Oveja mansa, que también. No había dudas por lo tanto en leer o no más obras de esta autora. 
Y todo fue bien mientras leía Apagón: Varios historiadores han decidido estudiar hechos relacionados con la segunda guerra mundial: la evacuación de Dunkerque, los niños evacuados al campo, la vida de las dependientas en los grandes almacenes (no parece muy importante, pero por lo menos no viaja en el tiempo para llevar lejía),... La red que permite viajar en el tiempo no se abre si se trata de un acontecimiento histórico tan específico o tan complejo que incluso un observador informado podría cambiarlo. Los viajes en el tiempo creados por Connie Willis permiten, como ya pasaba en Por no mencionar al perro, observar la historia pero no cambiarla. 
Los problemas empiezan cuando tres historiadores se quedan atrapados en el Blitz. Sus portales no se abren, no saben por qué, pero no pueden volver a su época. 
Yo no conocía el Blitz y tengo que reconocer que he aprendido mucho y que es lo mejor de ambas novelas, de hecho he buscado mucha información sobre la época y los acontecimientos de aquellos meses, pero en cuanto a la Ciencia Ficción ¿Dónde está? Cierto que los historiadores conocen lo que va a pasar, con más o menos detalle: dónde van a caer las bombas, qué acontecimientos fueron vitales,... Connie Willis ha querido recrear una época y lo ha hecho, por lo tanto estas novelas podrían ser tanto históricas como de ciencia ficción. 
Por otra parte, Connie Willis ilustra perfectamente el principio de incertidumbre de Heisenberg: los observadores nunca son neutros, por mucho que lo intenten, porque son personas que interactúan con otras personas que sí son "reales" , por así decir, e influyen en sus vidas positiva o negativamente, y ocupan un lugar, actúan y trabajan. Esto es precisamente lo que da juego en la novela: ¿de verdad es posible no cambiar la historia cuando has salvado a alguien? ¿quién salvó a esa persona la primera vez, cuando tú no estabas y la historia transcurrió sin observadores? ¿transcurrió la historia sin observadores?
Cuando terminé Apagón no sabía que había una segunda parte, y me encontré con una ciudad medio destruida y tres historiadores atrapados. Evidentemente, la situación era lo suficientemente interesante como para leer la segunda parte, y lo hice. Ahora que las he acabado las dos puedo decir que he aprendido mucho sobre el Blitz, que Connie Willis escribe bien, pero que yo no puedo aguantar tanta muerte ficticia, tanto ¡huy! que no, que al final no se había caído el edificio, es que el humo era del de al lado, ¡ay! que no se había muerto, que justo justo a esa hora, había cruzado la calle y entrado en un salón de té... 
Cansada, cansada de ver pistas tan gordas de lo que iba a  pasar después que estoy por escribirle a la señora Willis y decirle que siga con la ciencia ficción, con los viajes en el tiempo,... pero que la novela negra no la intente, que deja los costurones de la novela tan a la vista que es imposible no ver las trampas que pones al lector, y de verdad, que no se pueden fingir tantas muertes, tendría que haber una limitación: una cada 50 páginas al menos, diez por novela, una por personaje,... 
Lo mejor: El blitz, aquí dejo enlaces con más información por si a alguien le interesa: