LÉXICO Y SEMÁNTICA

Fuente: http://www.vmorales.es/Lengua%20BACH/14_Lexico.pdf

LOS BURGUESES DE CALAIS






Fuente: http://arte.observatorio.info/2008/08/los-burgueses-de-calais-rodin-1888


ROMANCES MEDIEVALES

AL JARDÍN DEL AMOR, WILLIAM BLAKE


Me dirigí al Jardín del Amor
y ví lo que nunca había visto:
En el centro había una Capilla,
allí en los verdores donde solía jugar.

Y las puertas de esta Capilla estaban cerradas
y escrito en la puerta decía "Tú no lo Harás";
Así que me giré hacia el Jardín del Amor
que tantas dulces flores entregara;

Y ví que estaba lleno de tumbas y lápidas
donde debieran haber flores;
Y sacerdotes en túnicas negras haciendo sus rondas,
enlazando con zarzas mis alegrías y deseos.


CANCIÓN DE LA VIDA PROFUNDA
El hombre es una cosa vana, variable y ondeante...
MONTAIGNE
Hay días en que somos tan móviles, tan móviles, 
como las leves briznas al viento y al azar.
 
Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonríe.
 
La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar.
Y hay días en que somos tan fértiles, tan fértiles, 
como en abril el campo, que tiembla de pasión:
 
bajo el influjo próvido de espirituales lluvias,
 
el alma está brotando florestas de ilusión.
Y hay días en que somos tan sórdidos, tan sórdidos, 
como la entraña obscura de oscuro pedernal:
 
la noche nos sorprende, con sus profusas lámparas,
 
en rútiles monedas tasando el Bien y el Mal.
Y hay días en que somos tan plácidos, tan plácidos... 
(¡niñez en el crepúsculo! ¡Lagunas de zafir!)
 
que un verso, un trino, un monte, un pájaro que cruza,
 
y hasta las propias penas nos hacen sonreír.
Y hay días en que somos tan lúbricos, tan lúbricos, 
que nos depara en vano su carne la mujer:
 
tras de ceñir un talle y acariciar un seno,
 
la redondez de un fruto nos vuelve a estremecer.
Y hay días en que somos tan lúgubres, tan lúgubres, 
como en las noches lúgubres el llanto del pinar.
 
El alma gime entonces bajo el dolor del mundo,
 
y acaso ni Dios mismo nos puede consolar.
Mas hay también ¡Oh Tierra! un día... un día... un día... 
en que levamos anclas para jamás volver...
 
Un día en que discurren vientos ineluctables
 
¡un día en que ya nadie nos puede retener!


Mañanita de San Juan,
mañanita de primor,
cuando damas y galanes
van a oír misa mayor.
Allá va la mi señora,
entre todas la mejor;
viste saya sobre saya,
mantellín de tornasol,
camisa con oro y perlas
bordada en el cabezón.
En la su boca muy linda
lleva un poco de dulzor;
en la su cara tan blanca,
un poquito de arrebol,
y en los sus ojuelos garzos
lleva un poco de alcohol;
así entraba por la iglesia
relumbrando como el sol.
Las damas mueren de envidia,
y los galanes de amor.
El que cantaba en el coro,
en el credo se perdió;
el abad que dice misa,
ha trocado la lición;
monacillos que le ayudan,
no aciertan responder, non,
por decir amén, amén
decían amor, amor.
Altivo intento, sí, pero debido,
vista amarga intentáis de humor y vacía,
bien que copioso venza, noche fría,
tu sagrado silencio su rüido.

Yace de sueño frío, ay, ya vencido
aquel divino peso al claro día.
¡Grande ausencia amenazas, prenda mía,
fábula de escarmiento al mundo has sido!

Id, tristes ojos, a la tumba amada,
ay, no sólo por Lisi lastimosa
solicite a dolor la piedra helada.

Sepan que osaste, ¡oh pena querellosa!
en espacioso llanto desatada,
mostrar dos mares en tan breve losa.

Si quiero por las estrellas
 saber, tiempo, donde estás,
miro que con ellas vas,
pero no vuelves con ellas.

¿Adónde imprimes tus huellas
 que con tu curso no doy?

 Mas, ay, qué engañado estoy,
 que vuelas, corres y ruedas;
tú eres, tiempo, el que te quedas,
 y yo soy el que me voy.


Ojos claros, serenos,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué si me miráis, miráis airados?
Si cuando más piadosos,
más bellos parecéis a quien os mira,
no me miréis con ira,
porque no parezcáis menos hermosos.
¡Ay, tormentos rabiosos!
Ojos claros, serenos,
¡Ya que así me miráis, miradme al menos!



Por las avenidas
de miedo cercadas,
brilla en la noche de azules oscuros,
la ronda de espadas.
Duermen los postigos
las viejas aldabas;
y se escuchan borrosas de canes
las músicas bravas.

Ya los extramuros
y las arruinadas
callejuelas, vibrante ha pasado
la ronda de espadas.

Y en los cafetines
que el humo amortaja,
al sentirla el tahúr de la noche,
cierra la baraja.
Por las avenidas
morunas, talladas,
viene lenta, sonora, creciente
la ronda de espadas.
Tras las celosías,
esperan las damas,
paladines que traigan de amores
las puntas de llamas.

Bajo los balcones
do están encantadas,
se detiene con súbito ruido
la ronda de espadas
Tristísima noche
de nubes extrañas:
jay, de acero las hojas lucientes
se toman guadañas!
¡Tristísima noche
de las encantadas!

Albor. El horizonte
entreabre sus pestañas,
y empieza a ver. ¿Qué? Nombres.
Están sobre la pátina
de las cosas. La rosa
se llama todavía
hoy rosa, y la memoria
de su tránsito, prisa.
Prisa de vivir más.
A lo largo amor nos alce
esa pujanza agraz
del Instante, tan ágil
que en llegando a su meta
corre a imponer Después.
Alerta, alerta, alerta,
yo seré, yo seré.
¿Y las rosas? Pestañas
cerradas: horizonte
final. ¿Acaso nada?
Pero quedan los nombres.

ANNA AJMÁTOVA, EPÍLOGO

Anna Ajmátova, por Altman
Ahora sé como se desvanecen los rostros,
cómo bajo los párpados anida el terror,
cómo el dolor traza en las mejillas
rudas páginas cuneiformes,
cómo unos rizos cenicientos y negros
se tornan plateados de repente,
la sonrisa se marchita en los labios dóciles
y en una risa seca tiembla el pavor.
Y no sólo por mí rezo,
sino por quienes permanecieron allí conmigo,
en el frío feroz y en el infierno de Julio,
bajo el muro rojo y ciego.

                    Anna Ajmátova

AGUA, PURO ELEMENTO...


Agua, puro elemento, dondequiera abandonas
tu mansión subterránea, hierbas verdes y flores
de brillante color y plantas con sus bayas,
surgiendo hacia la vida, adornan tu cortejo;
y en el estío, cuando el sol arde, veloces
insectos resplandecen y, volando, te siguen.
Si falta tu bondad, resuella el bosque, y ciervo
y cierva y cazador con su venablo, juntos
languidecen y caen. No deja de sentirse
en el alma turbada tu benigna influencia;
y tal vez en la entraña marmórea de la tierra,
donde sufren tormento espíritus que lloran
gracia y bondad perdidas, tus murmullos apagan
su angustia ya los tuyos mezclan sus dulces cantos.
                                                                William Wordsworth


Pure element of waters! wheresoe'er
Thou dost forsake thy subterranean haunts,
Green herbs, bright flowers, and berry-bearing plants,
--Rise into life and in thy train appear:
And, through the sunny portion of the year,
Swift insects shine, thy hovering pursuivants:
And, if thy bounty fail, the forest pants;
And hart and hind and hunter with his spear,
Languish and droop together. Nor unfelt
In man's perturbed soul thy sway benign; 
And, haply, far within the marble belt
Of central earth, where tortured Spirits pine
For grace and goodness lost, thy murmurs melt
Their anguish,--and they blend sweet songs with thine




http://media1.rtve.es/resources/TE_VIDEODR/mp3/7/0/1244799019307.mp3

VIDEODROME, RNE3
CINCO METROS CUADRADOS

Álex y Virgina compran un piso sobre plano en una urbanización nueva: El Mirador del Mar. Pero la casa no termina de construirse y ellos, sobre todo Álex, van sucumbiendo ante especuladores, políticos corruptos, amigos aprovechados, listillos, burócratas, familiares escépticos... 
La descomposición de la pareja, la desintegración personal de Álex y la mirada impertérrita que la sociedad ha tenido y sigue teniendo ante casos como el que se muestra, pone al espectador ante un espejo: estamos donde estamos porque cada uno ha puesto su granito de arena. 
Solo que no creo que todos los granitos tuvieran el mismo tamaño.


TÓPICOS LITERARIOS

KINKY BOOTS (PISANDO FUERTE)

El heredero de una fábrica artesanal de zapatos "de toda la vida" tiene que conseguir nuevos mercados si quiere mantenerla abierta.




Una peli excelente para cuando te encuentras gritándole al mundo. WHAT'S CAN I DO?

 




Garza, en la sombra,
es mármol tu plumón,
móvil nieve en el viento
y nácar en el sol...






Por aquellos prados verdes,   
qué galana va la niña; 
con su andar siega la yerba,    
con los zapatos la trilla, 
con el vuelo de la falda
a ambos lados la tendía. 
El rocío de los campos    
la daba por la rodilla; 
arregazó su brial,    
descubrió blanca camisa; 
maldiciendo del rocío    
y su gran descortesía, 
miraba a un lado y a otro    
por ver si a1guien la veía. 
Bien la vía el caballero
que tanto la pretendía; 
mucho andaba el de a caballo,  
mucho más que anda la niña: 
allá se la fue a alcanzar
al pie de una verde oliva, 
¡amargo que lleva el fruto,
amargo para la linda! 
—¿Adónde por estos prados
camina sola mi vida? 
—No me puedo detener,
que voy a la santa ermita. 
—Tiempo es de hablarte, la blanca,  
escúchesme aquí, la linda. 
Abrazóla por sentarla
al pie de la verde oliva; 
dieron vuelta sobre vuelta, 
derribarla no podía. 
Entre las vueltas que daban
la niña el puñal le quita, 
metiéraselo en el pecho, 
a la espalda le salía. 
Entre el hervor de la sangre
el caballero decía: 
—Perdime por tu hermosura;
perdóname, blanca niña. 
No te alabes en tu tierra 
ni te alabes en la mía 
que mataste un caballero
con las armas que traía. 
—No alabarme, caballero,
decirlo, bien me sería; 
donde no encontrase gentes
a las aves lo diría. 
Mas con mis ojos morenos,
¡Dios, cuánto te lloraría! 
Puso el muerto en el caballo,
camina la sierra arriba; 
encontró al santo ermitaño
a la puerta de la ermita: 
—Entiérrame este cadáver  
por Dios y Santa María. 
—Si lo trajeras con  honra
tú enterrarlo aquí podrías. 
—Yo con honra sí lo traigo,
con honra y sin alegría. 
Con el su puñal dorado   
la sepultura le hacía; 
con las sus manos tan blancas  
de tierra el cuerpo cubría, 
con lágrimas de sus ojos 
le echaba el agua bendita.





ROMANCE DEL JURAMENTO QUE TOMÓ EL CID AL REY DON ALONSO
En santa Gadea de Burgos,   do juran los hijosdalgo, 
allí le toma la jura   el Cid al rey castellano.

Las juras eran tan fuertes   que al buen rey ponen espanto; 
sobre un cerrojo de hierro   y una ballesta de palo:

—Villanos te maten, Alonso,   villanos, que no hidalgos, 
de las Asturias de Oviedo,   que no sean Castellanos; 
mátente con aguijadas,   no con lanzas ni con dardos; 
con cuchillos cachicuernos,   no con puñales dorados; 
abarcas traigan calzadas,   que no zapatos con lazo; 
capas traigan aguaderas,   no de contray ni frisado; 
con camisones de estopa,   no de holanda ni labrados; 
caballeros vengan en burras,   que no en mulas ni en caballos; 
frenos traigan de cordel,   que no cueros fogueados. 
Mátente por las aradas,   que no en villas ni en poblado; 
sáquente el corazón   por el siniestro costado; 
si no dijeres la verdad   de lo que te fuere preguntando, 
si fuiste ni consentiste   en la muerte de tu hermano.—

Jurado había el rey   que en tal nunca se ha hallado, 
pero allí hablara el rey   malamente y enojado: 
—Muy mal me conjuras, Cid,   Cid, muy mal me has conjurado; 
mas hoy me tomas la jura,   mañana me besarás la mano. 
—Por besar mano de rey   no me tengo por honrado, 
porque la besó mi padre   me tengo por afrentado. 
—Vete de mis tierras, Cid,   mal caballero probado, 
y no vengas más a ellas   dende este día en un año. 
—Pláceme, dijo el buen Cid,   pláceme, dijo, de grado, 
tú me destierras por uno,   yo me destierro por cuatro.—

Ya se parte el buen Cid,   sin al rey besar la mano, 
con trescientos caballeros,   todos eran hijosdalgo, 
todos son hombres mancebos,   ninguno no había cano; 
todos llevan lanza en puño   y el hierro acicalado, 
y llevan sendas adargas,   con borlas de colorado; 
mas no le faltó al buen Cid   adonde asentar su campo.




"Romance del juramento que tomó el Cid al rey don Alfonso"
(conocido como "La jura de Santa Gadea")

En santa Agueda de Burgos,
do juran los hijosdalgo,
le toman jura a Alfonso
por la muerte de su hermano;
tomábasela el buen Cid,
ese buen Cid castellano,
sobre un cerrojo de hierro
y una ballesta de palo
y con unos evangelios
y un crucifijo en la mano.
Las palabras son tan fuertes
que al buen rey ponen espanto;
-Villanos te maten, Alonso,
villanos, que no hidalgos,
de las Asturias de Oviedo,
que no sean castellanos;
mátente con aguijadas,
no con lanzas ni con dardos;
con cuchillos cachicuernos,
no con puñales dorados;
abarcas traigan calzadas,
que no zapatos con lazo;
capas traigan aguaderas,
no de contray ni frisado;
con camisones de estopa,
no de holanda ni labrados;
caballeros vengan en burras,
que no en mulas ni en caballos;
frenos traigan de cordel,
que no cueros fogueados.
Mátente por las aradas,
que no en villas ni en poblado,
sáquente el corazón
por el siniestro costado;
si no dijeres la verdad 
de lo que te fuere preguntando,
si fuiste, o consentiste 
en la muerte de tu hermano.
Las juras eran tan fuertes
que el rey no las ha otorgado.
Allí habló un caballero
que del rey es más privado:
-Haced la jura, buen rey,
no tengáis de eso cuidado,
que nunca fue rey traidor,
ni papa descomulgado.
Jurado había el rey 
que en tal nunca se ha hallado;
pero allí hablara el rey
malamente y enojado:
-Muy mal me conjuras, Cid,
Cid, muy mal me has conjurado,
mas hoy me tomas la jura,
mañana me besarás la mano.
-Por besar mano de rey
no me tengo por honrado,
porque la besó mi padre
me tengo por afrentado.
-Vete de mis tierras, Cid,
mal caballero probado,
y no vengas más a ellas
dende este día en un año.
-Pláceme, dijo el buen Cid,
pláceme, dijo, de grado,
por ser la primera cosa
que mandas en tu reinado.
Tú me destierras por uno,
yo me destierro por cuatro.
Ya se parte el buen Cid,
sin al rey besar la mano,
con trescientos caballeros,
todos eran hijosdalgo;
todos son hombres mancebos,
ninguno no había cano;
todos llevan lanza en puño
y el hierro acicalado,
y llevan sendas adargas
con borlas de colorado.
Mas no le faltó al buen Cid
adonde asentar su campo.



«¡Ah de la vida!»... ¿Nadie me responde?
 ¡Aquí de los antaños que he vivido!
 La Fortuna mis tiempos ha mordido;
 las Horas mi locura las esconde.

 ¡Que sin poder saber cómo ni adónde
 la salud y la edad se hayan huido!
 Falta la vida, asiste lo vivido,
 y no hay calamidad que no me ronde.

 Ayer se fue; mañana no ha llegado;
 hoy se está yendo sin parar un punto:
 soy un fue, y un será, y un es cansado.

 En el hoy y mañana y ayer, junto
pañales y mortaja, y he quedado
presentes sucesiones de difunto.



Abril es el mes más cruel, hace brotar
lilas del interior de la tierra muerta, mezcla
la memoria y el deseo, estremece
las raíces marchitas con lluvia de primavera.
El invierno nos mantuvo calientes, cubriendo
la tierra con nieve de olvido, alimentando
un poco de vida con tubérculos secos.
El verano nos sorprendió, pasando sobre el Starnbergersee
con una cortina de lluvia; hicimos un alto bajo la galería de columnas,
y continuamos a la luz del sol, adentrándonos en el Hofgarten,
y bebimos café, y hablamos durante una hora.
Bin gar keine Russin, stamm' aus Litauen, echt deutsch.
Y cuando éramos niños, pasando una temporada donde el archiduque, 
donde mi primo, él me sacó en un trineo,
y yo estaba asustado. Él dijo, Marie,
Marie, agárrate fuerte. Y para abajo fuimos.
En las montañas, allí uno se siente libre.
Leo, gran parte de la noche, y voy al sur en invierno.

¿Qué son las raíces que se prenden, qué ramas brotan
de estos escombros minerales? Hijo de hombre,
nada puedes decir, o adivinar, ya que sólo conoces
un montón de imágenes rotas, donde el sol golpea,
y el árbol muerto no ofrece refugio, ni el grillo consuelo,
ni la piedra seca rumor de agua. Sólamente
hay sombra bajo esta roca roja,
(ven bajo la sombra de esta roca roja),
y yo te enseñaré algo diferente, tanto de
tu sombra en la mañana avanzando a tus espaldas
como de tu sombra a la tarde creciendo para encontrarte;
yo te enseñaré el miedo en un puñado de polvo.
        Frisch weht der Wind
        Der Heimat zu
        Mein Irisch Kind,
        Wo weilest du?


"Tú me trajiste jacintos por primera vez hace un año;
ellos me llamaban la chica de los jacintos."
- Sin embargo cuando regresamos, tarde, del jardín de jacintos,
tus brazos llenos, y tu pelo húmedo, yo no podía
hablar, y los ojos me fallaban, no estaba
ni vivo ni muerto, y no sabía nada,
mirando en el corazón de la luz, el silencio.
Oed' und leer dar Meer.

Madame Sosostris, famosa clarividente,
tenía un terrible resfriado, pero de todos modos
es conocida como la mujer más sabia de Europa,
con un mazo de cartas muy mordaz. Aquí, dijo ella,
está tu carta, el Marinero Fenicio ahogado,
(Perlas son estos que fueron sus ojos. ¡Mira!)
aquí está Belladonna, la Señora de las Rocas,
la Señora de las situaciones.
Aquí está el hombre de los tres bastos, y aquí la Rueda,
y aquí está el mercader con un sólo ojo, y esta carta,
que está en blanco, es algo que carga a la espalda,
que me está prohibido ver. No encuentro
al Colgado. Teme la muerte por el agua.
Veo multitudes de gente, dando vueltas en círculo.
Gracias. Si ves a la querida Mrs. Equitone,
dile que yo misma le llevo el horóscopo:
uno debe ser así de cuidadoso hoy en día.

Ciudad irreal,
bajo la niebla ocre de un amanecer de invierno,
una muchedumbre fluía sobre el Puente de Londres, tantos,
no tenía ni idea de que la muerte hubiera destruido tantos,
suspiros, cortos e infrecuentes, eran exhalados,
y cada hombre llevaba los ojos clavados un poco por delante de sus pies.
Fluían colina arriba y bajaban King William Street,
adonde Saint Mary Woolnoth daba las horas
con un sonido muerto en la última campanada de las nueve.
Allí vi a alguien que conocía, y le paré, gritando: "¡Stetson!
¡Tú que estuviste embarcado conmigo en Mylae!
Aquel cadáver que plantaste en tu jardín el año pasado,
¿ha empezado a retoñar? ¿Florecerá este año?
¿O ha perturbado su lecho la helada repentina?
¡Manten al Perro lejos de aquí, ya que es amigo de los hombres,
o con sus uñas volverá a desenterrarlo!
¡Tú! hypocrite lecteur! - mon semblabe, - mon frère!"

Selección poesía medieval




Acaso allí estará, cuatro costados
Bañados en los mares, al centro la meseta
Ardiente y andrajosa. Es ella, la madrastra
Original de tantos, como tú, dolidos
De ella y por ella dolientes.

Es la tierra imposible, que a su imagen te hizo
Para de sí arrojarte. En ella el hombre
Que otra cosa no pudo, por error naciendo,
Sucumbe de verdad, y como en pago
Ocasional de otros errores inmortales.

Inalterable, en violento claroscuro,
Mírala, piénsala. Árida tierra, cielo fértil,
Con nieves y resoles, riadas y sequías;
Almendros y chumberas, espartos y naranjos
Crecen en ella, ya desierto, ya oasis.

Junto a la iglesia está la casa llana,
Al lado del palacio está la timba,
El alarido ronco junto a la voz serena,
El amor junto alodio, y la caricia junto
A la puñalada. Allí es extremo todo.

La nobleza plebeya, el populacho noble,
La pueblan; dando terratenientes y toreros,
Curas y caballistas, vagos y visionarios,
Guapos y guerrilleros. Tú compatriota,
Bien que ello te repugne, de su fauna.

Las cosas tienen precio. Lo es del poderío
La corrupción, del amor la no correspondencia;
y ser de aquella tierra lo pagas con no serIo
De ninguna: deambular, vacuo y nulo,
Por el mundo, que a Sansueña y sus hijos desconoce.

Si en otro tiempo hubiera sido nuestra.
Cuando gentes extrañas la temían y odiaban,
y mucho era ser de ella; cuando toda
Su sinrazón congénita, ya locura hoy,
Como admirable paradoja se imponía.

Vivieron muerte, sí, pero con gloria
Monstruosa. Hoy la vida morimos
En ajeno rincón. Y mientras tanto
Los gusanos, de ella y su ruina irreparable,
crecen, prosperan.

Vivir para ver esto.
Vivir para ver esto.